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Habían pasado cuatro meses desde que habíamos abierto la tienda, una tienda que en principio se abrió con la idea de que yo tuviera algo de que vivir en España con Yutan. Aunque todo estuviera a mi nombre yo no sentía que fuera mío. Yo la había creado, me había esforzado mucho, buscando el local, contratando a la empresa para su instalación, rótulo etc. Y Tony en un momento se había llegado diciendo que todo era de él porque el dinero era de su padre y por lo tanto suyo. ¿y entonces que pintaba yo en todo aquello? Al final solo se trataba de un trabajo sin sueldo. Cuando Tony se fue, yo me sentí liberada y la tienda me empezó a gustar más. Sin él yo era la jefa. Lo primero que hice fue subir todos los precios. Los clientes me preguntaron a que se debía esa subida repentina, y yo les dije que como la tienda era nueva los primeros meses habíamos hecho una promoción para darnos a conocer. Les pareció normal, porque consideraban que los precios eran muy baratos, algunos se lamentaron de no haberlo sabido para haber comprado más antes. Las ventas fueron mejor, así y todo no podía gastar mucho dinero porque había que juntar dinero para devolvérselo a la hermana de Tony y para comprar mas mercancía. Tony no podía estar fuera de España más de seis meses. Por ley era el tiempo máximo establecido para que un extranjero estuviera fuera del territorio nacional y su permiso siguiera vigente. No había ningún problema al respecto porque el había dicho que en tres meses volvería. Mientras tanto mi relación con Pablo se hacía mas estrecha. Me ayudaba con la compra, a recoger a Yutan del colegio.
Él y David habían llegado con el curso empezado por lo que no les permitieron matricularse en la universidad. No podrían hacerlo hasta septiembre, mientras tanto estudiaban en una academia de idiomas, español para extranjeros pagando un dineral por ello, Pablo terminó dejando de ir a la academia y pasando mas tiempo a mi lado. Acompañándome en la tienda y atendiendo a los clientes, con los que aprovechaba para practicar su español. Se esforzaba mucho en pronunciar bien la “r” y en poco tiempo hablaba castellano correctamente y sin acento extranjero. Además de parecerme guapo, era inteligente y amable, vamos que lo tenía todo. ¿me estaría enamorando? ¿estaba loca? Solo era un crió de dieciocho años, ni siquiera tenía bigote, en su vida se había afeitado y nunca había tenido novia. ¿Cómo se me podía pasar por la imaginación desearle?
Pero no solo se me pasaba por la imaginación, buscaba cualquier excusa para poder estar más tiempo a su lado y por las noches, las películas de terror que me importaban un pimiento, pero que a él le encantaban, pasaron a ser mis pelis preferidas, solo por estar sentada a su lado en el sofá. Poder acurrucarme contra él fingiendo estar aterrada para olerle era todo un placer. Y los turnos en que a él le tocaba fregar yo me ofrecía a fregar por él. Cuando yo cogía el estropajo de sus manos, él se negaba. Acabábamos enzarzados en un. “No vete, ya lo hago yo” que convertía ese ansiado roce de su piel en realidad. Y que termináramos por fundir nuestros turnos solitarios en uno solo en compañía.
En cuanto mi relación con los chinos, cada vez era mayor. Muchos venían a la tienda por curiosidad, para ver a esa occidental que hablaba chino igual que un chino más. La primera vez que sorprendí a uno fue recién llegada a España. Yo estaba en la terraza de una cafetería con Yutan tomando un café. Yutan, de apenas cuatro años, no podía estarse quieto y había estado tocando todo lo que veía a su paso. Sus manitas estaban negras como el carbón. Entre nosotros hablábamos chino que era el idioma que mejor entendía él. Le dije
-Pero ¡¡mira como te has puesto!!, estás sucísimo, vete ahora mismo al baño y lávate las manos.
En ese mismo momento pasaba un chico chino por ahí que se quedó mirando asombrado.
-Le has hablado en chino, me dijo. ¿Cómo es que hablas chino tan bien?
-He llegado hace poco de Taiwán donde vivía.
Seguimos nuestra conversación en chino y después se empeñó en que debía ir a conocer a sus padres que eran dueños de un restaurante chino cercano. Uno de los pocos que había entonces en la cuidad. Accedí a ir con él hasta su restaurante y me presentó a su familia. A su hermana de la que me hice amiga. Ella me prestó algunas películas chinas para que las pudiera ver en casa. Ahora pensando en eso, me queda tan lejos. Aquella niñas de diecinueve años se convertiría en la dueña del restaurante.
Nunca llegaría a imaginar que en el futuro seria alguien contraria a mi. Si en aquel momento me hubieran dicho que nos amenazaríamos por teléfono años mas tarde, no me lo llegaría a creer.
Pero mis ganas de cambiar el mundo y mis ideales me llevarían a defender los derechos de los trabajadores dentro de la comunidad china. Y ella se convertiría en una empresaria, que junto a su marido, al que conocería años mas tarde en China, los explotaría sin escrúpulos.
1 comentario
brillojc -
Todavía estoy en la China comunista^_^, no fui a esta empresa catalana que te dije porque sentí que me gustaba mucho más México que Cataluña jejeje. He estado muy vaga pero creo que poder vagar bien también es una virtud jajaja.
Pero con tu blog no seas vaga, espero leer más, más y más jajaja.
Un beso.
Lucía